El Islam ve a
la mujer como una esclava. A pesar de los numerosos esfuerzos del “Islam
moderado” por representar y calificar como muertes de honor lo que en realidad
son aberraciones, es obvio que el Corán y los Hadiths del profeta Mahoma
justifican enteramente el tratamiento
inferior de la mujer con respecto al hombre.
En esta religión, la mujer
realiza un papel secundario ya que la tratan
y la consideran un sexo débil. Según esta perspectiva, la mujer es
emocional, irracional, impredecible, irresponsable, incapaz de tomar decisiones
y afrontar riesgos e indigna de confianza y por tanto, es necesaria de
supervisión, la protección y el dominio constante
del hombre sobre ella.
La mujer occidental considera que la mujer musulmana
vive reprimida y privada de derechos ya
que los medios de comunicación nos muestran a una mujer totalmente cubierta y
dominada por su marido, con un estatus no superior al de un esclavo.
Sorprendentemente, podemos encontrar que la mujer musulmana goza de derechos
desde hace ya 1400 años que la mujer occidental aun no ha conseguido e incluso,
posee algunos derechos que ni el mismo hombre posee.
En asuntos domésticos carecía de derechos sobre sus
hijos e incluso sobre sí misma, de hecho, podía
ser puesta a la venta o abandonada
por su marido.
A las hijas se les consideraba inútiles y muy a menudo se las asesinaba al nacer. La
educación que recibían eran escasa o nula y no disfrutaban ni de voz ni de voto
en asuntos religiosos, al considerarse su capacidad como limitada tanto en el
ámbito cultural como en el espiritual.
El hiyab (el velo), es un instrumento de protección a
la mujer que la libera de numerosos males sociales.
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